Claves para combatir las altas temperaturas veraniegas en casa sin aire acondicionado
- Sólo el 36% de las viviendas en España están equipadas con aire acondicionado, lo que unido a las deficiencias en los aislamientos del envejecido parque inmobiliario español y a los altos precios de la energía hacen complicado para muchas familias combatir las altas temperaturas veraniegas en sus casas.
Menos de cuatro de cada diez viviendas en España (el 36%) están equipadas con aire acondicionado, según Idealista. Estos bajos niveles de climatización, unidos a las deficiencias en los aislamientos del envejecido parque inmobiliario español —que necesita multiplicar por diez el ritmo anual de rehabilitaciones, según Green Building Council España (GBCe)—, hace complicado para muchas familias españolas convivir con las altas temperaturas veraniegas en sus casas. Este factor se une a los altos precios de la energía que, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), impiden al 17,1% de los hogares españoles mantener una temperatura adecuada.
Además, estos problemas se multiplican en las ciudades por el efecto “isla de calor”, provocado porque los materiales mayoritarios de una ciudad —como el hormigón, el ladrillo, el asfalto, etc.— son muy densos e impermeables, lo que hace que las altas temperaturas se acumulen en ellos y que se conviertan en enormes calefactores que irradian el calor durante las 24 horas del día, impidiendo la disminución natural de la temperatura durante la noche. “Esto se podría atenuar con pavimentos permeables en las aceras, con mayor superficie vegetada y alcorques más generosos para los árboles y con cubiertas o fachadas ajardinadas o de colores claros”, afirma Paula Rivas, directora técnica de GBCe.
En este contexto, al que se une además la necesidad de descarbonizar los actuales hábitos de vida, surgen algunas prácticas muy sencillas, eficaces y económicas para combatir el calor en la mayoría de los hogares. “Para luchar contra el calor extremo en las viviendas, además de variables como el clima, la situación o la orientación, debemos tener en cuenta tres factores fundamentales: protegernos del sol, aumentar la velocidad del aire y controlar la humedad”, explica Rivas.
Adaptarse a la temperatura
La mejor estrategia antes de aplicar cualquiera de las siguientes medidas es adaptarse a la temperatura. Esto significa que no debemos acostumbrar al cuerpo a temperaturas demasiado frescas en verano, ya que cuando salgamos a la calle —o vayamos a otro lugar sin refrigeración—, sufriremos un contraste térmico muy desagradable y dañino para nuestra salud. “La diferencia entre la temperatura de nuestra vivienda y la del exterior no debe superar los 12 grados”, concreta Rivas.
Sombreamiento
Partiendo de este punto, la primera medida que debemos aplicar en nuestra vivienda es proteger la casa del sol. “Es muy importante que el sombreamiento se haga por el exterior y que el toldo, la persiana, etc. esté situado fuera de la ventana, ya que, si se hace con una persiana desde el interior, el calor ya estará dentro de la casa”, resalta la directora técnica de GBCe. Además, es preferible que ese sombreamiento exterior genere una cámara de aire ventilada con el edificio, separando la protección solar de la fachada.
Ventilación
Mover el aire reduce la sensación térmica y, por lo tanto, incrementa el confort. No obstante, es necesario controlar la temperatura antes de aumentar la velocidad del aire mediante ventiladores. “Poner el ventilador cuando la temperatura interior de la vivienda es de 30 grados o más es contraproducente, ya que la sensación va a resultar muy molesta”, recalca Rivas. Los aparatos ventiladores, además, suponen un pequeño gasto eléctrico, por lo que es importante tener en cuenta la potencia y la eficiencia del aparato antes de comprarlo.
En cuanto a la ventilación natural de una vivienda, cuando las ventanas están en fachadas opuestas, abrirlas te permite que haya corriente de aire. Igualmente, si una de las fachadas da a un patio interior, la corriente será mayor por la diferencia de presiones. En caso de que una casa haga esquina —o que solo tenga una fachada—, la corriente siempre será menor. Pero si abrimos solo las ventanas que estén más alejadas entre sí, podremos optimizar esa ventilación.
También es fundamental elegir los mejores momentos para ventilar. Para ello, nos puede ser útil tener dos termómetros, uno en el interior de la casa y otro en el exterior, a la sombra. Cuando la temperatura exterior se acerque o supere la interior, deberán cerrarse las ventanas.
Controlar la humedad
Bajar la humedad en los ambientes demasiado húmedos y subirla en los excesivamente secos mejora la sensación térmica. Para reducir la humedad, el método más eficaz y económico es ventilar abriendo las ventanas, un sistema de efectos limitados —que dependerá de la humedad exterior—, pero útil para reducir la humedad ambiental. Para ir un paso más allá, existen en el mercado los deshumidificadores, que además del precio de compra, suponen un pequeño gasto eléctrico.
Más barato resulta aumentar la humedad, algo que se puede lograr con un simple pulverizador de agua o con un humidificador, que supone un pequeño gasto eléctrico que puede optimizarse al máximo con la tecnología por ultrasonidos, que es la más eficiente. Si se va a comprar uno nuevo es interesante que disponga de humidostato o control del nivel de humedad ambiental. Otro sistema muy eficaz —tradicional en ciudades de clima seco, como Madrid, Toledo o Cáceres—, es colgar telas por el exterior de la ventana a modo de persiana o toldo, mojarlas y dejar las ventanas abiertas. “El aire filtrado y humedecido a través de las telas reduce la temperatura del interior de la vivienda”, recalca Rivas.
El mismo efecto produce disponer de plantas frondosas en el interior de la vivienda, que ayudan a humedecer y generan una sensación de frescor que se puede incrementar pulverizándolas con agua. “Las plantas o colocar algún tipo de fuente nos ayudará a incrementar la humedad y a reducir la temperatura”, asegura la directora técnica de GBCe. Otros trucos son tender la ropa dentro de casa —para aprovechar su humedad—, ducharse en las horas de mayor calor, etc.
Colocarnos en el lugar adecuado
El calor siempre sube, por lo que la parte alta de una casa es la que tiene las temperaturas más altas. “Hacer tu vida en verano más cerca del suelo, sentándote a comer o socializando, no solo te permitirá estar en la zona más fresca de tu vivienda, sino que te va a permitir además mover tus articulaciones, lo que es muy saludable, siempre que el cuerpo lo permita”, recomienda Rivas.
Apagar aparatos eléctricos
La televisión, los ordenadores, la lavadora, el lavavajillas, etc. son pequeños radiadores que aumentan la temperatura de nuestra casa. “Intenta mantenerlos encendidos sólo cuando los necesites y apágalos el resto del tiempo”, sugiere la directora técnica de GBCe.
Refugios climáticos
En última instancia, si no se logra reducir lo suficiente la temperatura de la vivienda, podemos buscar refugios climáticos, es decir, lugares donde la temperatura sea inferior, como parques y jardines, museos, cines, etc. Pasar las horas de mayor calor en estos lugares ayuda a que el cuerpo sufra menos estrés por el calor y a que los días sean más soportables.
Controla tu cuerpo
Cambiar ciertos hábitos, como controlar la temperatura de tu cuerpo comiendo un poco menos de lo habitual y alimentos poco calóricos, beber bastante agua, reducir la actividad física y, por supuesto, vestir ropa fresca, también nos ayudará a sobrellevar las altas temperaturas en tu vivienda.