El IPCC destaca la necesidad de medidas urgentes para evitar cambios permamentes en océanos y capas heladas
En el último informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se destaca la necesidad urgente de actuar a fin de priorizar iniciativas oportunas, ambiciosas y coordinadas que permitan abordar cambios perdurables en los océanos y la criosfera que no tienen precedentes.
En el informe se ponen de manifiesto los beneficios que supondría la adopción de medidas de adaptación ambiciosas y eficaces en pro del desarrollo sostenible y, a la inversa, se evidencia que postergarlas entrañaría un incremento de los costos y los riesgos.
Los océanos y la criosfera, las zonas congeladas del planeta, desempeñan una función decisiva para la vida en la Tierra. Un total de 670 millones de personas que viven en regiones de alta montaña y 680 millones de personas que habitan en zonas costeras de baja altitud dependen directamente de esos sistemas. Además, cuatro millones de personas viven permanentemente en la región ártica, y los pequeños Estados insulares en desarrollo son el hogar de 65 millones de personas.
El calentamiento global ya es de un 1 °C con respecto a los niveles preindustriales a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero pasadas y presentes, y hay pruebas de las consecuencias que ello entraña para los ecosistemas y las personas. Los océanos se han calentado, su acidez ha aumentado y su productividad ha menguado. La fusión de los glaciares y los mantos de hielo provoca la subida del nivel del mar, y los fenómenos extremos costeros son cada vez más violentos.
En el Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante, elaborado por el IPCC y aprobado el 24 de septiembre de 2019 por los 195 gobiernos Miembros que conforman ese órgano, se brindan nuevos indicios que evidencian los beneficios de la limitación del calentamiento global al nivel más bajo posible, en consonancia con el objetivo que los propios gobiernos se marcaron en el Acuerdo de París de 2015. Una reducción urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero limita la magnitud de los cambios en los océanos y la criosfera y permite preservar los ecosistemas y los medios de subsistencia que dependen de esas regiones.
“Puede que, para muchas personas, el mar abierto, el Ártico, la Antártida y las zonas de alta montaña parezcan muy distantes”, dijo Hoesung Lee, Presidente del IPCC, “pero dependemos de esas regiones, que inciden directa e indirectamente en nuestras vidas de formas muy diversas, por ejemplo, en lo concerniente al tiempo y el clima, la alimentación y el agua, la energía, el comercio, el transporte, las actividades de ocio y turísticas, la salud y el bienestar, la cultura y la identidad”.
Los conocimientos evaluados en el informe describen los riesgos y los desafíos de índole climática a los que hoy mismo están expuestas personas de todo el mundo y a los que deberán enfrentarse las generaciones futuras. Se presentan, asimismo, opciones para la adaptación a aquellos cambios que ya no pueden evitarse, la gestión de los riesgos conexos y el fomento de la resiliencia en pro de un futuro sostenible. La evaluación pone de manifiesto que la adaptación depende de la capacidad de las personas y las comunidades y de los recursos a su alcance.
Para la elaboración del informe, más de 100 autores de 36 países han evaluado la bibliografía científica más reciente sobre los océanos y la criosfera en un clima cambiante, y han citado aproximadamente 7.000 publicaciones científicas.
El informe especial del IPCC es una contribución científica fundamental para los líderes mundiales que se congregarán en próximas negociaciones sobre clima y medioambiente, como el 25º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en Chile en diciembre.
“Los océanos del mundo y la criosfera han ‘absorbido el calor’ fruto del cambio climático durante decenios, y las consecuencias para la naturaleza y para la humanidad son graves y de gran alcance”, apuntó Ko Barrett, Vicepresidenta del IPCC.
“Al comprender las causas de esas alteraciones y los consiguientes impactos, y al evaluar las opciones a nuestro alcance, podemos fortalecer nuestra capacidad de adaptación”, explicó. “El Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante proporciona los conocimientos que facilitan la adopción de ese tipo de decisiones”.
Fusión de los hielos y subida del nivel del mar
Durante el siglo XX, la elevación del nivel del mar a escala mundial ha sido de unos 15 cm, pero el ritmo actual se ha más que duplicado (3,6 mm anuales) y no deja de acelerarse, según se evidencia en el informe.
El nivel del mar seguirá subiendo durante siglos. De aquí a 2100 podría llegar a registrar una elevación de entre aproximadamente 30 y 60 cm incluso aunque se logre una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global se mantenga muy por debajo de 2 °C.
Cambios en los ecosistemas oceánicos
Hasta la fecha, los océanos han absorbido más del 90 % del exceso de calor del sistema climático. De aquí a 2100, absorberán entre dos y cuatro veces más calor que en el período comprendido entre 1970 y el momento actual si el calentamiento global se limita a 2 °C, pero si las emisiones son más elevadas, la absorción será entre cinco y siete veces mayor. El calentamiento de los océanos reduce la mezcla entre capas de agua y, como consecuencia, el suministro de oxígeno y nutrientes para la vida marina.
La acidificación y el calentamiento de los océanos, la pérdida de oxígeno y los cambios en el suministro de nutrientes ya afectan a la distribución y la abundancia de la vida marina en las zonas costeras, en alta mar y en el fondo marino.
Los cambios en la distribución de las poblaciones de peces han reducido el potencial de capturas a nivel mundial. En el futuro, disminuirá todavía más en algunas regiones, en particular en los océanos tropicales, pero aumentará en otras, como por ejemplo en el Ártico. Las comunidades que dependen en gran medida de los productos alimentarios marinos pueden verse confrontadas con riesgos para la salud nutricional y la seguridad alimentaria de sus integrantes.
Pérdida de hielo marino en el Ártico y deshielo del permafrost
En el Ártico, los valores mensuales de extensión del hielo marino disminuyen para todos los meses del año, y su espesor no deja de menguar. La estabilización del calentamiento global en 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales supondría que el hielo desaparecería del océano Ártico en septiembre (el mes con menor extensión de hielo) solo una vez cada 100 años. Sin embargo, con un calentamiento global de 2 °C, esa circunstancia podría llegar a producirse cada tres años.
El terreno de permafrost es objeto de calentamiento y deshielo, y las proyecciones apuntan a un deshielo generalizado de ese tipo de terreno durante el siglo XXI. Si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando con fuerza, cabe la posibilidad de que se pierda cerca del 70 % del permafrost que se encuentra cerca de la superficie.
Asimismo, el permafrost de las regiones ártica y boreal almacena grandes cantidades de carbono orgánico, prácticamente el doble de carbono que el contenido en la atmósfera, y su deshielo podría incrementar notablemente la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Fuente: IPCC