- Además, señala la necesidad de configurar comisiones climáticas transversales dirigidas a garantizar la unidad y coherencia en la acción.
Diego Hidalgo-Oñate, Universitat Jaume I; Iluminada Fuertes Fuertes, Universitat Jaume I y Jose David Cabedo Semper, Universitat Jaume I
¿Cómo se está incorporando el riesgo climático en las herramientas de regulación bancaria? Algunos investigadores de la Universitat Jaume I nos lo hemos preguntado y, en busca de respuesta, hemos realizado una revisión de las herramientas que tienen a disposición los reguladores financieros para considerar la gestión oportuna de este riesgo. Este trabajo nos ha permitido establecer las herramientas existentes, y también los vacíos de conocimiento que pueden abrir nuevas posibilidades de estudio.
Incorporar el cambio climático como factor de riesgo permite alertar de las posibles pérdidas y oportunidades que este conlleva. Como resultado, se espera pasar de la inversión tradicional, que no considera la huella de carbono, a la inversión sostenible, que sí lo hace. La descarbonización de los portafolios facilitaría la transición ordenada hacia una economía baja en carbono.
Un breve repaso de estos conceptos nos ayudan a clarificar la estrategia que puede utilizar la banca para la mitigación del cambio climático.
La emisión de gases de efecto invernadero es responsable del calentamiento global. La extracción de petróleo y gas, la generación de energía y el transporte son las actividades que mayor cantidad de estos gases generan. Existe la presión pública para que las industrias contaminantes reduzcan sus emisiones, debido a que el aire es un bien común.
La economía ecológica reconoce la existencia de bienes comunes. Un bien común es todo aquel donde no hay exclusión en el consumo y todos se benefician de él, por ejemplo, los recursos naturales.
En los últimos años, se han producido declaraciones que cuestionan el propósito de las empresas. En ellas se deja claro que deben satisfacer no sólo el interés de los accionistas, sino también el de las demás partes implicadas (trabajadores, clientes, proveedores, comunidades), lo cual está acorde con la economía ecológica.
La banca realiza la intermediación financiera entre quienes demandan recursos y quienes ofrecen su exceso de liquidez. Su participación aporta valor debido a que se ha especializado en controlar el riesgo de las transacciones, incluido el riesgo climático. El tomar las mejores decisiones con dinero de terceros es lo que se conoce como responsabilidad fiduciaria.
El riesgo climático incluye eventos físicos como incendios o inundaciones. También incluye la transición tecnológica a una economía baja en carbono. Esta es una nueva categoría de riesgo que puede afectar a los bancos con clientes localizados en áreas vulnerables o que están expuestos a cambios en el mercado.
En cualquier caso, el banco puede experimentar pérdidas por la devaluación de las garantías o la demora en el pago de créditos. No controlar este riesgo puede generar crisis económicas.
La inversión sostenible es una alternativa a la inversión tradicional. Se diferencia en que, además de la rentabilidad, considera los factores ambientales, sociales y de gobernanza. Muchos bancos ya cuentan con líneas de crédito que fomentan este tipo de inversión. Esta es una clara señal del cambio de comportamiento esperado.
Existen otras estrategias para enfrentar el cambio climático, tales como el impuesto al carbón, la regulación de las emisiones o las soluciones basadas en la naturaleza. Sin embargo, los gobiernos son renuentes a desarrollar estas estrategias debido al costo político de estas decisiones.
En este contexto, los bancos centrales, que tienen cierta independencia en la toma de decisiones, pueden asumir esta responsabilidad. La incorporación del riesgo climático en la regulación bancaria puede contribuir a la descarbonización de los portafolios de inversión bancaria y con ello ayudar a mitigar el cambio climático.
Al ser un tema emergente de las finanzas sostenibles, aún no existe un marco estandarizado de actuación para la banca. Sin embargo, se espera que las reformas necesarias que estudian los reguladores financieros ayuden a cumplir el objetivo climático y también a evitar nuevas crisis económicas.
Diego Hidalgo-Oñate, Ph.D. Cand., Universitat Jaume I; Iluminada Fuertes Fuertes, Profesora de Finanzas y Contabilidad, Universitat Jaume I y Jose David Cabedo Semper, Profesor Titular de Universidad. Finanzas y Contabilidad, Universitat Jaume I
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Gemma Teso, Universidad Complutense de Madrid
El IV Informe del Observatorio de la Comunicación del Cambio Climático, una iniciativa de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), constata que el cambio climático se ha consolidado en la agenda social y mediática como un asunto de interés público conectado e interrelacionado con otras crisis.
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