Europa deberá reforzar la gestión sostenible del agua para hacer frente a las sequías e inundaciones
La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha participado recientemente en el Consejo de Ministros informal de Medio Ambiente, en el que, entre otros temas, se ha abordado la adaptación al cambio climático y su nexo con la gestión del agua. España ha sido uno de los cinco países que ha presentado sus experiencias en esta materia.
Entre otros efectos, los impactos del cambio climático se manifiestan principalmente en cambios a través del ciclo del agua. Por lo tanto, debe prestarse especial atención a las cuestiones relacionadas con la sequía y la escasez de agua.
La tendencia de los últimos años en España muestra un aumento progresivo de la escasez de agua que puede verse agravado por unas previsiones negativas de impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos. Sin embargo, las sequías y la escasez de agua ya no son un problema exclusivo del sur de Europa. De hecho, países como la República Checa, Alemania e incluso Finlandia y Suecia han tenido problemas de escasez en los últimos años. En un contexto como este, deben reforzarse los mecanismos que aporten garantías de suministro y, al mismo tiempo, ajustar los usos del agua a los nuevos patrones hidrológicos.
Por ello, la Unión Europea trabaja para reforzar la capacidad de adaptación de Europa y minimizar la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático, intensificando la acción en la economía y la sociedad.
La planificación del agua requiere de la cooperación y participación de sectores clave, principalmente aquellos que extraen, consumen y descargan agua (tanto superficial como subterránea), pero también se preocupan de la planificación espacial, el sector financiero (incluidos los seguros) o la protección de la naturaleza. La coordinación entre estrategias sectoriales como la agricultura, la energía, el transporte y la protección de los recursos hídricos es clave para una gestión del agua sostenible y resiliente.
Un ejemplo de las líneas de acción
El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático español, aprobado recientemente, es un ejemplo de las líneas de acción que es necesario abordar de forma prioritaria. Por un lado, se debe profundizar en la integración del cambio climático en la planificación hidrológica y la gestión del ciclo integral del agua, dando especial prioridad a la gestión de eventos extremos como sequías. Al mismo tiempo, se debe reducir el riesgo, promoviendo prácticas de adaptación sostenibles.
A este respecto, la vicepresidenta Teresa Ribera, ha apuntado durante su intervención que “las soluciones basadas en la naturaleza deben jugar un papel determinante en las políticas de adaptación”. Las soluciones basadas en la naturaleza son una herramienta clave para hacer frente a los crecientes impactos del cambio climático, incluido el aumento del riesgo de sequías, altas temperaturas, precipitaciones intensas o inundaciones.
En definitiva, el objetivo es ajustar los usos del agua a los nuevos patrones hidrológicos, de manera que se incremente la resiliencia sin renunciar a los objetivos planteados en la Directiva Marco de Agua.
En este sentido, destacan medidas como el uso de agua regenerada, que ha probado ser una fuente de agua alternativa para hacer frente a la escasez hídrica, y que juega un papel fundamental en la transición a la economía circular. Del mismo modo, la eficiencia y gestión del agua en edificios sostenibles tiene un gran potencial para generar beneficios asociados al ahorro y la seguridad y calidad del agua.
En el encuentro se ha abordado también cómo reforzar la adaptación al cambio climático en el camino hacia la COP26. Teresa Ribera ha defendido durante el encuentro que “mitigación y adaptación deben ir de la mano”.
Estrategia europea de adaptación
La nueva Estrategia Europea de Adaptación, aprobada este año y en la que España ha participado activamente, profundiza en el componente adaptativo en las políticas europeas y pone un nuevo énfasis en temáticas especialmente relevantes para España, como la política agraria, la gestión del agua y la preparación ante los eventos extremos de carácter climático. Una de las novedades que contempla es la acción internacional para la resiliencia frente al cambio climático, reforzando la cooperación y contribuyendo a la financiación internacional, algo con lo que España está firmemente comprometida.
“Esta conciencia de nuestra vulnerabilidad común debe trasladarse a una nueva visión de la adaptación, que debe ser concebida no sólo como un reto doméstico, sino también como un objetivo común al que hay que dar respuesta de manera solidaria y justa”, ha señalado Ribera.
Asimismo, la vicepresidenta ha referido que pese a que se ha avanzado en la creación de marcos normativos, sigue habiendo importantes retrasos en cuanto a la implementación y la financiación de proyectos de adaptación de los países más vulnerables que demandan más. “Debemos avanzar en la definición de mecanismos que concreten la naturaleza del objetivo global sobre adaptación y de las fórmulas de seguimiento. Es importante para lograr un avance equilibrado en el cumplimiento del Acuerdo de París”, ha expresado Ribera.