‘Filomena’, un efecto más del cambio climático
El cambio climático provocado por la actividad humana desde la Revolución Industrial es una evidencia científica sobre la que a estas alturas no cabe sembrar dudas sobre su existencia y previsibles impactos. Lo ha confirmado desde hace años la comunidad científica a través de informes, que basados en hechos, realiza el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con la contribución de miles de científicos de más de 120 países, sin duda los más cualificados en cuestiones climáticas de todo el mundo.
Estos informes predicen que durante los próximos años, y progresivamente, el cambio climático provocará alteraciones importantes en el ciclo del agua, con mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos como sequías, olas de calor, lluvias torrenciales u olas de frío con nevadas extraordinarias. La intensidad de la nevada y ola de frío actual “Filomena” se puede considerar un efecto del cambio climático.
A diferencia de las crisis sanitaria y económica actuales de efectos igualmente catastróficos, pero de percepción e impacto inmediato, los impactos debidos al cambio climático son de carácter progresivo con fuertes variaciones interanuales que difuminan la percepción de sus efectos; se requiere, por tanto, una visión a medio y largo plazo de la tendencia y planificar actuaciones desde ya, pues los científicos nos dicen que quedan solo aproximadamente diez años para actuar.
Los efectos sobre el manto de nieve en las montañas han sido documentados en numerosas publicaciones científicas, por su relevancia en nuestros Pirineos es destacable la publicación reciente del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC) “El cambio climático en los Pirineos: impactos, vulnerabilidades y adaptación”. En el mismo, además de analizar los previsibles efectos sobre la fauna, la flora, los recursos hídricos y las actividades económicas, se prevé un descenso del espesor de nieve del 50% en 2050 y una reducción del período de permanencia de la nieve en el suelo en más de un mes.
Estas previsiones son especialmente graves para los valles de nuestro Pirineo cuya economía depende en invierno prácticamente al 100% de las actividades económicas relacionadas con la nieve. Lo estamos viendo en la situación actual que, para reducir el impacto negativo de la crisis sanitaria, se ha limitado la movilidad interprovincial y no se ha iniciado la actividad en las estaciones de esquí con el resultado negativo de paralización casi total de la economía de estos valles.
El momento actual es especialmente grave y excepcional pues confluyen varias crisis: la sanitaria, la económica, la social y la climática. Las crisis actuales requieren una acción inmediata y los poderes públicos deben incluir estos valles entre los sectores que requieren ayudas urgentes para minimizar los negativos efectos económicos y sociales que provocan las decisiones para evitar la progresión de la pandemia.
Para la necesaria adaptación al cambio climático deben planificarse e iniciar actuaciones desde ya, a corto, medio y largo plazo con el objetivo de construir en estos valles pirenaicos una economía más sólida, robusta, menos vulnerable y diversificada que no dependa exclusivamente en invierno del monocultivo de la nieve y que este adaptada a los previsibles efectos del cambio climático. Esto requiere tiempo y recursos, pero es posible conseguirlo si tenemos voluntad, constancia y determinación para avanzar en esa dirección.
Fuente: ECODES